jueves, 24 de marzo de 2011

¿Y la música?



Los medios parecen estar anunciando profecías apocalípticas respecto al destino de la música. 

En la caja idiota se están sucediendo imágenes y sonidos cada vez más repetitivos, y en la radio dominan canciones pegajosas y falsas que no parecen llegar a ninguna parte.
Es el imperio de lo comercial y lo barato. Melodías cada vez más simples, compuestas a partir de bases prehechas y sacadas de una misma fórmula, cuyo objetivo último no va más allá de generar ingresos en cantidades estratosféricas.
El pop malo, tomado como un vicio privado, un entretenimiento pasajero, un gustillo culpable, no tiene porqué, bueno, ser malo. Es una banalidad que uno tiene derecho a permitirse de vez en cuando. Nadie puede juzgarte por tararear una melodía pegajosa, total, no es tu culpa que se te haya grabado en la cabeza.
Pero no es tan simple como parece. Las voces, retocadas y modificadas hasta extremos enfermizos, son tan excesivas como la aplicación de photoshop en las modelos de las revistas. Una deformación que no tiene nombre.
Este fenómeno tiene una explicación. La tecnología audiovisual tiene la facultad de hacer milagros retocando melodías y voces, muchas veces no muy agraciadas y, además de ejercer este noble oficio, es la encargada de difundir estos maravillosos sonidos pop a través de todas las pantallas posibles, los cuales son recibidos entre chillidos y aplausos de emoción por los fanáticos de sus ídolos pop, cayendo en una especie de amor ciego en el cual idealizan todo lo que su platónica figura hace. Incluso cantar.


Cuando los rumores divulgaron supuestas declaraciones de Justin Bieber, diciendo que "Se sentía como el Kurt Cobain de su generación" Se produjo una explosiva oleada de críticas en las redes sociales y se provocó la furia en más de algún fanático del género Grunge.


No es para menos. Kurt Cobain es considerado una de las grandes figuras del grunge. Su suicidio en 1994 disolvió la banda instantáneamente y lo consagró como uno de los mártires de la droga y un entrañable músico, de emociones retorcidas, sufrientes y complejas. Se comprende la indignación.

Cobain en el Unplugged in NY, 1994. Recomendado 100%

Ya, si el cabro chico loléin tampoco es tan malo. Por lo menos no le hace daño a nadie. El tema es otro.
Es válido que las preadolescentes experimenten intensa admiración por sus ídolos pop, tienen todo el derecho a enloquecer ante la aparición de cualquier celebridad lo suficientemente publicitada para su grupo etáreo. Pero hay un punto en el que esta situación se saca de contexto.
Hay incluso quienes afirman que los Jonas Brothers son una banda de Rock. ¡Rock! ¿Desde qué rebuscado ángulo? Eso es pop aquí, y en la quebrada del ají. O de la Ji. No sé.

La llegada del siglo XXI parece habernos arrebatado uno de nuestros más valiosos tesoros: la buena música. 
Claro, los clásicos siguen circulando en las radios y en las mentes nostálgicas de generaciones anteriores. Pero ¿Qué hay de las generaciones nuevas? 
Están siendo engañadas y cegadas por el pop comercial, el del grupito de garage que aspira a ser celebridad para irse de compras y regresar al escenario para repetir siempre la misma rutina. Ni si quiera esperando un poquito de sexo, drogas y rock n' roll.

Antes parecían llover los buenos artistas. Unos más talentosos que otros, unos más reventados, algunos más serios y reservados, pero todos con un amplio espectro de magia musical para ofrecer. El nacimiento del grunge por ahí empezando los años 90', con la fuerza depresiva del Grunge, oriundo de Seattle, que llegó para rescatar a los adolecentes rezagados, que gritaban por alguien que los entendiera. A salvarlos llegaron bandas como Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden, Stone temple pilots y Alice in chains.
El lado más alegre y romántico, sin abandonar su aire sugestivo, lo aportaron bandas como Whitesnake, o  Van Halen, con una sensualidad más juguetona. Britney Spears, en sus años dorados, no dejó nunca de sorprendernos.
Los últimos años se han llevado ya ha gigantescos de la música, a Dio y Michael Jackson, pero pareciera que no vendrán a seguir su legado artistas nuevos, talentosos, brillantes. Simplemente se acaban, desaparecen.

Whitesnake

El prometedor canal VH1 es capaz de mandarse notables documentales sobre personajes y exponentes de la música, pero poco a poco ha ido cediendo ante el imperio pop de los realitys, cuyo contenido es tan nulo que no sé si llorar o reir.

No podría irme sin mencionar el fenómeno Glee. La exitosa serie de Fox dio sus primeros pasos haciendo covers de clásicos, de bandas consagradas por su calidad y estilo. La idea de una serie que buscaba rescatar las joyas musicales y llevarlas a las nuevas generaciones de manera, digamos, didáctica, me pareció sencillamente genial. ¿Qué pasó? El éxito de la serie fue tan masivo, que pronto las bandas nuevas y comerciales, las de pop fácil que vende como pan caliente, se mostraron desesperadas por estar en Glee. Poco a poco, la serie fue dejando de lado la costumbre de los clásicos y se dedicó a tomar prestadas canciones del ranking popular. Pronto, lo que parecía un noble objetivo, se vio olvidado. Incluso dedicaron un episodio completo a Justin Bieber.
Pronto supe que el noble propósito de Glee ya no era tal.

Y está el carrete. ¿Qué le hemos hecho al carrete? Lo hemos desvirtuado hasta el punto de que parece una ridícula orgía de gente que no sabe moverse. ¿Eso es bailar? Parecemos invertebrados desesperados por sexo en la pista de baile. Más que un baile, parece una patética declaración de necesidad sexual.
OK, demás el propósito de carretear, para muchos, sea llevarse a una potencial parejilla para la casa y pasar una agitada noche. Pero no hay necesidad de ser tan directos; de eso no se trata carretear. Debería ser algo, sexy, no algo ridículo. La sensualidad está en lo indirecto, en lo que se insinúa. En bailar Soda Stereo o volvernos locos al ritmo de la gran Joan Jett. 
Ya, tampoco digo que bailemos Bee Gees. Existen ritmos ochenteros y noventeros que prenden mucho más que el chi púm repetitivo del reggaetón. 



Parece que el planeta de los buenos músicos dejó de producirlos. Por eso es nuestro deber continuar el legado de la música de verdad, como auténticos rockeros, como verdaderos metaleros, como sinceros fanáticos del pop, tal cual era en sus principios y en su apogeo. Debemos transmitir a las otras generaciones esta pasión, no dejemos que se pierda entre los escombros pegajosos del pop comercial y vacío.

Viva el rock y la buena música.

Acá, notable video de Pearl Jam:  






Hablante

3 comentarios:

  1. No puedo estar más de acuerdo, y eso que -debo admitirlo- soy algo popera. Pero la verdadera gran música es de los noventa hacia atrás, y quizás se está empezando a cumplir, quizás demasiado para mi gusto, el dicho "no hay nada nuevo bajo el sol".

    Por cierto, no habría nada más sexy que bailar una buena canción de Joan Jett con el chico que te gusta ;)

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  2. Jaja, ser popera no tiene nada de malo, mientras sea buen pop :)

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  3. Hola! (lo prometido es deuda) primero que todo,felicitaciones por el blog, ojalá no dejes de escribir! Pa' esto hay que ser bien constante :). Ahora, al grano.
    Creo que todo el fenómeno que enuelve el hacer, vender y compartir música en nuestros días hace que, por una parte, cualquier persona se pueda lanzar al estrellato y eso no asegura que nuestra constelación musical sea de gran calidad, y por otra parte, cada vez tenemos aquellos contenidos (y los que queramos) a la mano. Entonces, la música pop barata y desechable acapara las masas, las radios se nos llenan de reggaetón todo el
    Día, y me imagino que hasta ya tienen que haber hecho sonar a Rebecca Black. Pero eso no significa que Estemos en un mundo falto de prodigios musicales, bandas que tendrán un pedazo en la historia de la música o que al menos formaran Parte del soundtrack de nuestras vidas. El asunto hoy por hoy pasa por saber buscar. El negocio de la música cambió, y esto principalmente sucedió porque un día nos dimos cuenta de que nos estaban llenando las radios y canales de tv con música barata y desechable. Más encima, las bandas que eran buenas y no tenían cabida en lo que las disqueras consideraban 'vendible' , empezaron a buscar otras formas de llegar a la gente. Suben sus discos a internet, la gente los baja y comparte. Suben sus vídeos a Youtube, la gente comparte los links en sus plataformas de redes sociales favoritas. Hacen un show en vivo y llega mucha gente a verlos.
    Entonces, el punto es... Busquemos, abramos oreja, y compartamos. Yo no encontré a Kanye West, a Arcade Fire, a Dënver, etc. Por las radios. Y si pagaría por ir a verlos en vivo. A Justiniano Bieber lo tenemos hasta en la sopa, y cobraría por ir a tener que verlo cantar en vivo.
    Y bueh, al final la música es un arte y tiene el fin de transmitir emociones a las personas, y cada uno busca la que le haga mejor. Hay gente que vibra con ella, y hay otra gente que solo consume pop...
    Saludos!

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