martes, 19 de abril de 2011

Así con los gnomos

Cuando cierro los ojos,
el gnomo aburrido que durmió todo el día esperando a que me tocara soñar a mí, se dispone a echar a andar los videos de la memoria apenas apoyo la cabeza en la almohada. Y casi siempre el desgraciado selecciona cintas tristes. Son tan tristes, que yo puedo asegurar que él se pasa todo el día buscando lo peor en los recovecos de mi mente. Es un pequeño viejito amargado de vestiduras rasgadas y barba desgreñida. Tiene calor. Toma coca-cola cerebral por las tardes. Es tranquilo, pero amargado. Por eso ahora me cae mal.



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